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Arantxa ¡Vamos!

Este es el título de la autobiografía que Arantxa Sánchez Vicario acaba de publicar. Arantxa no necesita presentación, medio mundo sigue recordando sus gritos, sus ¡vamos!, sus interminables globos e incansables piernas, aunque lo realmente infatigable e inquebrantable era su voluntad.
Hace justo una década que anunció su retirada y, como Tania, ha necesitado de todo este tiempo para rehacer su vida, curar las heridas y aunar las fuerzas para contar todo lo que ha tenido que soportar para, después de llegar a ser la Número Uno del tenis mundial, reencontrarse con la vida "normal".

A través de sus memorias podremos conocer una vida similar a la de Tania Lamarca, inmersa siempre en la competición, de ciudad en ciudad, aunque a unos niveles que no admiten comparación: hoteles de lujo, viajes en primera clase, clubes exclusivos... Para después volver a casa y tener que decidir qué hacer con su vida. ¿Os suena?
Todas las comparaciones son odiosas, pero la situación de Arantxa era más privilegiada que la de Tania. Nuestra mejor tenista reconoce que durante su carrera pudo amasar una fortuna de unos 17 millones de dólares, aunque no era ella quien lo gestionaba y esa ha sido la causa de sus mayores preocupaciones. En su autobiografía asegura que sus padres la dejaron sin nada, endeudada con Hacienda (fue condenada a pagar 3,5 millones por tributar en Andorra mientras vivía en España) y con propiedades muy inferiores a las que tiene por ejemplo su hermano Javier. Ella misma dice, "¿Puedo aceptar este abuso y quedarme callada? No voy a hacerlo".
Y no debe hacerlo. Por lo que se intuye de sus palabras es evidente que su condición de mujer marcó la evolución de su carrera, en cuanto a las decisiones sobre lo que debía hacer con su vida y con sus ganancias. Parece ser que sus hermanos no tuvieron ese férreo control y ellos administraban sus ingresos.

Muchos dirán que no es el momento adecuado con la que está cayendo sobre el tenis femenino. Su propio hermano, Emilio, asegura que al tenis femenino "le falta pasión, liderazgo y continuidad", algo que es imposible alcanzar cuando no hacen más que clausurar torneos femeninos por falta de recursos y se empeñan en retratar a las tenistas como modelos de pasarela. No es un panorama que invite a otras a empuñar la raqueta. Al margen de la polémica que va a aparecer por la consecuente "trifulca familiar" que se va a desatar.

Creo que lo verdaderamente importante es tener el testimonio de una de nuestras mejores deportistas, porque nos ayudará a comprender mejor su mundo, conocer a la persona y valorar en la medida adecuada lo que significa dedicar una vida al deporte.

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